“Si la Casa era asombrosa, la Fuente que decora su patio es magnífica”
Isidro Fabela
El 8 de mayo de 1963, la Sociedad Protectora del Tesoro Artístico de México hizo un reconocimiento público a don Isidro Fabela “por su labor en el rescate de la joya arquitectónica de la Casa y la Fuente del Risco, así como por la importante colección de arte que alberga”.
La Fuente del Risco, que se encuentra adosada al muro a modo de retablo, fue construida probablemente en la segunda mitad o último tercio del siglo XVIII y constituye uno de los ejemplos de la exuberancia que alcanzó el estilo barroco en el México virreinal; se puede ubicar también en la última etapa de este estilo llamado “ultrabarroco”, en el que solo la simetría es una guía en su abigarramiento y profusión ornamental.
Aunque se desconoce su autor, indudablemente su concepción y construcción son producto de un eminente arquitecto y su ornamentación la ubica en las construcciones del ultrabarroco mexicano, del que quedan escasas muestras hasta nuestros días.
En un documento de 1870 se documenta un avalúo, con la descripción de este inmueble realizada por Joaquín Heredia, arquitecto mayor del Ayuntamiento del Palacio Nacional en el que se sugiere que el risco y la fuente eran estructuras separadas y que con el paso del tiempo se creó la actual Fuente del Risco, que en 1870 no existía como tal. Ya para el siglo XX, Francisco Fernández del Castillo nos menciona que el risco ya se había vuelto una fuente, aunque no funcionaba debido a su mal estado.
La Fuente en su concepción simétrica está adornada con platos, platones, tazas, tibores y pedacería de porcelana –llamada riscos–, así como esculturas, espejos y conchas nácar que le proporcionan una luminosidad muy especial.
Esta Fuente constituye un excelente registro de la cerámica que cada año llegaba a la Nueva España a través de la Nao de China. Estas mercancías orientales arribaban al Puerto de Acapulco y eran esperadas con gran expectación por la sociedad novohispana por tratarse de bienes muy preciados que adquirían para sus casas.
Para el último tercio del siglo XVIII ya no había tantos viajes de la Nao, y escasearon las “chinitas” –porcelanas chinas–, se descompletaron los juegos de té, las vajillas, y demás enseres del servicio de mesa.
Las “chinitas” eran tan valiosas y queridas que una taza rota, un plato, una tapa rota, o cualquier pieza lastimada se guardaba y se reutilizaba para decorar macetas, bancas de jardín, interiores de fuentes, interiores de patios y caminitos en jardineras. A esta pedacería, combinada con conchas o espejos se le llamó estilo del “risco”. En otras ocasiones la pedacería era utilizada como relleno en las construcciones, de allí que en excavaciones, a cierto nivel, se encuentren restos de porcelana, o de loza blanca y restos de piezas de cristal.
Desde que don Isidro Fabela adquirió la Casa del Risco en 1933 se propuso rescatar la famosa Fuente que se encontraba en pésimo estado. En 1938 esta fue restaurada incorporándole las piezas faltantes a fin de conservar su simetría. Se reconstruyó el brocal y el lado izquierdo de la Fuente, cuyo nicho había sido convertido en un baño.
“Cuanto a su Fuente, única en el mundo, descuidada por anónima gente alérgica a la cultura, la rehicimos con platos chinos, azulejos, conchas nácar, espejos, tibores de nuestra Puebla de los Ángeles y surtidores de agua suavemente cantarina que habían enmudecido por luengos lustros”. Isidro Fabela
Asimismo, durante la restauración de la Fuente se le colocaron algunas piezas de loza inglesa y porcelana contemporánea, pero se conservaron las de porcelana china y japonesa, las de talavera de la reina, los azulejos “abó polícromo” del siglo XVII, así como las de talavera poblana que no habían sido lastimadas.
Hay algunos puntos principales de interés en la decoración de la Fuente: