San Ángel –barrio al sur de la Ciudad de México– se ha destacado por el profundo empeño de sus habitantes por conservar y difundir el enorme patrimonio tangible e intangible que resguarda y que se ha construido a través de la historia; el Altar de Dolores es parte esencial de este patrimonio.
La devoción a la Virgen de los Dolores surge en el siglo XIII, difundida por la Orden de los Siervos de la Bienaventurada Virgen María. Durante la Edad Media, la Iglesia comenzó a asociar los Dolores de la Virgen a la Pasión de Jesucristo; en 1914, durante el concilio que se llevó a cabo en Colonia, Alemania, se estableció el sexto viernes de cuaresma para conmemorar a los Santos Dolores. Así, el viernes anterior al Domingo de Ramos, es decir el Viernes de Dolores, se recuerda el sufrimiento de la Virgen durante la pasión de Jesús que anuncia la llegada de la Semana Santa.
Iconográficamente, la Virgen de los Dolores ha sido representada con un rostro sufriente, con lágrimas que muestran el inmenso dolor que siente al ver el tormento que su hijo vivió, al tiempo que muestra la resignada entereza de María. Durante el siglo XVII, en la Nueva España, la Virgen se representaba con una sola daga y simbolizaba la profecía hecha por Simeón en la Presentación de Jesús en el templo. En el siglo XIV se le agregan seis dagas más para representar los Siete Dolores de María, que son:
1. La profecía de Simeón en la que anuncia a la Virgen que una espada le traspasaría su alma, mientras que su hijo recién nacido sería la ruina o la resurrección para muchos.
2. La persecución de Herodes y la huida de María y José a Egipto.
3. Jesús se pierde en el Templo durante tres días.
4. María encuentra a Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario (4ª estación del Viacrucis).
5. La Virgen asiste en el Calvario a la crucifixión y muerte de su hijo.
6. María recibe en sus brazos a Jesús recién descendido de la cruz (tema de La Piedad o Pietà).
7. El entierro de Cristo.
A pesar de que esta tradición llegó durante la Nueva España es hasta el siglo XIX, y la primera mitad del siglo XX cuando comienza a colocarse el Altar de Dolores en las casas; para ello se ponía una mesa cubierta de manteles de papel picado, una imagen de la Virgen dolorosa, grandes ollas de barro o vitroleros con aguas frescas y algunas botellas de licor para obsequiar a las personas que llegaban a visitar el altar.
Al llegar las visitas preguntaban:
- ¿Ya lloró la Virgen?
A lo que los caseros responden:
- ¡De limón y con chía, de tamarindo y jamaica!
Actualmente se conserva esta importante tradición sólo en algunos espacios de la Ciudad de México; debido a que el Concilio Vaticano II modificó la fecha de su conmemoración del Viernes de Dolores al 15 de septiembre. Sin embargo, la comunidad de San Ángel, fiel a sus tradiciones, continúa esta celebración cada Viernes de Dolores. El Museo Casa del Risco presenta su tradicional Altar de Dolores.